sábado, 6 de marzo de 2010

ESCRITORA DEL MES: SARAY PAVÓN MÁRQUEZ



Nace en Sevilla, en el año 1984. Desde entonces ha realizado varios cursos (restauración en madera, escritura creativa, 1º Bellas Artes...) y sigue en relación con la Escuela de Arte de Sevilla, como estudiante, compaginándolo con cursos de inglés y colaborando en varias revistas culturales (tanto en papel como en internet). Ha publicado en varias antologías y está plantando pinitos como ilustradora y en la creación de audiovisuales. Miembro-coordinadora de Viaje a la Luna CineForum y del grupo Baratillo Joven-Creacción Poética. Pertenece a un grupo de pintura de Camas (Sevilla) llamado Ciclo XXI y coordina un programa de poesía, al mes, que se emite en Radio Estilo. Grisicitudes es su primer poemario, editado por El Cangrejo Pistolero Ediciones.
Para más información: http://www.saraypavon.com/
Selección poética:



NO QUEDA TIEMPO

Un golpe de ataúd en tierra
es algo perfectamente serio.
Antonio Machado

Cuando no queda tiempo,
ni para llegar tarde,
ella baja por el río
y las escaleras.
Nos hace perdernos
de vista y tacto,
pone una mordaza
en nuestra boca,
arranca el pasado
y el presente
de cuajo.

Entonces sólo queda gente
yendo y viniendo,
subidas y bajadas
de tensión.
Entonces sólo queda el río
como mayonesa cortada,
cuerpos con tinte gris mortuorio
y el silencio de las palabras.


PARIRÉ MIS VERSOS

A Pedro Luis Ibáñez Lérida

Las ambulancias lloran
y tu voz se apaga,
pero te escucho
amortiguando mis golpes,
los tuyos.

El mundo duerme
en su carne
y en nuestros párpados.

Pero pariré mis versos
en forma de nana,
acunaré la cordura
para que no te escapes
por los agujeros
de la poesía.


MOCHILAS ANATÓMICAS

Mi garganta está fría,
se ha ido sin mí,
lejos.
Me ha dejado
zapatos distintos
y un traje cualquiera.

Tengo un atuísmo
muy denso, palpable;
y mi mano aún
no reacciona,
se queda colgando,
como si fuese la mochila
anatómica del bolígrafo,
como si no quisiese
darse cuenta de que
tu voz es la mía.


VÉRTIGO

En asfixiantes ciudades,
al límite de todo,
he vivido
y sin embargo
sólo tú
me das vértigo.
Contigo nunca sé
nada,
contigo tiemblo,
desaparezco.
Me das vértigo.
Eres como el Guadiana
y pierdo el camino,
tus brazos;
te miro y viene el mareo,
se van las palabras.
Contigo sólo crece
la incertidumbre,
contigo tiemblo,
titubeo.
Me das vértigo.


Nos despedimos un día gris,
lluvioso, yo empapelaba
mi ciudad blanca con noes
y tú volvías a llegar tarde.
Incluso vi las farolas encenderse,
pasar de un color blanquecino
al amarillento. Llovía
como en las típicas películas
que no soporto y no me quedaban
uñas que morder.
Pasaba un autobús tras otro
pero el tuyo era como si se aferrase
al suelo, como si quisiera alargar
lo inevitable.

La ciudad se hace eterna
en la espera.